sábado, 5 de julio de 2014

Margarita de Oingt. Meditaciones.



"Dulce Señor, dejé a mi padre, a mi madre y a mis hermanos y todas las cosas de este mundo por tu amor; pero esto es poquísimo, puesto que las riquezas de este mundo no son más que espinas punzantes; y quien más posee es más desafortunado. Por esto me parece que no he dejado más que miseria y pobreza; pero tú sabes, dulce Señor, que si yo poseyera mil mundos y pudiera disponer de ellos a mi antojo, lo abandonaría todo por tu amor; e incluso si tú me dieras todo lo que posees en el cielo y en la tierra, no me sentiría satisfecha hasta que no te tuviera a ti, porque tú eres la vida de mi alma, y no tengo ni quiero tener padre y madre fuera de ti".

Sabiduría del límite: dejarlo todo es todavía no dejar nada, conciencia de la carencia.


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