"En el abrazo y el beso del Padre y el Hijo, la conciencia bienaventurada se encuentra en medio; y de modo inefable e impensable el hombre merece convertirse en hombre de Dios, no en Dios, pero, sí, no obstante, en lo que es Dios: el hombre es por gracia lo que Dios es por naturaleza".
Por la fe en la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, el hombre celebra su Pascua rodeado por el abrazo y el beso trinitario.
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